martes, 26 de enero de 2010

Paraíso Tóxico: Encuentro Espía

Mira el reloj, paga y sale. Está tan solo a unas cuadras y debe llegar si o si a la hora señalada. A pesar de su apuro mira con detalle las calles y los negocios. Carteles baratos y poco llamativos marcan a los locales de barrio que empiezan a abrir, el olor a masa horneada de la panadería, los viejos con carritos yendo de compras, los comerciantes con delantales baldeando sus veredas, limpiando pedazos de botellas y vómitos de la noche. Hace tiempo que no pisaba una zona de los suburbios, y mientras camina brotan los recuerdos:
– ¿Cuando me transformé en esto?, yo podría estar por estos lugares, por mi viejo barrio, abriendo una panadería, amasando con alguna esposa y algún hijo mío, alquilando alguna película para ver en familia, ahorrando para ir a la playa, abrazando el paraíso de la rutina. Tengo que renunciar, irme, junto el billete y empiezo de nuevo ¿Todavía existirá el campito aquel? –
Observa el cielo y baja la mirada, en su cabeza su padre corta leños con un hacha y su madre los arroja a la salamandra uno por uno, y el fuego echa cada vez más calor mientras que él lee una novela de espías en un sillón. – Doce años tenía cuando nos mudamos del campo a los suburbios – Se dice a si mismo en la ceguera del recuerdo – ¿Tanto tiempo pasó? – Suspira y después se ataja – Es por acá.
Mira hacia los dos lados con mucho cuidado y dobla en un callejón, baja por unos escalones de piedra y toca la puerta. – Doblador 566 – murmura, y un pasador suena y la puerta se abre.
Rojo entra al cuartel 4ª y se sienta junto a calavera, Vaquero cierra la puerta y prende el aire acondicionado.
- Increíble que a estas horas de la mañana ya haga este calor –
- Si, empecemos de una vez, ¿que tienen? -
- Por lo que estuve viendo hay un problema de cálculos, el margen es de pocos días, creo que lo mejor va a ser hacer guardia todos los días.
- Si, aunque por la zona no tenemos nada, nos tendrían que habilitar algunas camionetas.
- Si, pero no me gusta nada, no podemos estar ahí por mucho tiempo, son muy raras las cosas que pasan, este no es un laburo común.
- Yo me inclino mas a que es propaganda – dice Vaquero interrumpiendo – Vayamos con confianza esta vez que tenemos algo seguro, no quiero caer en toda esta vuelta mística que se le da al asunto, según el jefe tenemos ocho camionetas y seis autos a disposición, eso basta para despistar al mas astuto de los espías. ¿Colocaste las cámaras rojo?
- No ¡Estas loco! Con la seguridad de ese lugar, lo más conveniente va a ser ponerlas uno o dos días antes, tengo bien estudiados los planos igual, así que problema no va a haber. Ah, también encontré la manera de anexar sus cámaras a las nuestras, pero solo las del patio y el estacionamiento, si intento entrar arriesgo toda la misión, tienen un sistema de seguridad de los mejores, muy nuevo, con muy pocos puntos débiles. Todavía me cuesta entender que lo vayan a liquidar ahí
- Lo mismo hubiésemos pensado de Martelli si lo hubiéramos captado a tiempo, el jefe está furioso.
- ¿Ves lo que te digo? Yo no tomaría todo tan a la ligera, ese asesinato no lo termino de entender, pero bueno, ya veremos. El jueves supongo que recopilaré mejor información, logré infiltrarme en los guardianes del grial y ya estoy invitado a la próxima celebración en el cuartel del Águila. A pesar de que estos tipos muestran moverse más por la cuestión mística, estoy seguro de que saben bastante.
- Bien, el jueves no entra dentro de los cálculos, si algo surge, la reunión tiene que ser inminente. Yo hoy mismo me encargo de conseguir todo, en cinco días nos volvemos a encontrar, las especificaciones van a ser mandadas por el jefe a los móviles como siempre.
- Bien – responden calavera y rojo casi al mismo tiempo.

El sol de la mañana se alza cada vez mas alto, y los tres agentes se separan sigilosamente, caminando por las calles de los suburbios hasta desaparecer, mientras que lejos de ahí, rodeado por la densidad del cansancio y lejos de cualquier testigo humano, el rey de cuero y cruz de malta se acuesta. Y siempre presente, la pluma divina traza la madera como si fuera un puñal: