martes, 26 de enero de 2010

Paraíso Tóxico: El paraíso y sus justicieros intocables

A la hora señalada, diría algún predicador dentro de cien años al relatar este hecho que es parte de los que definirán al sub-mundo; Ese que la mayoría, conectada a la sobre información inyectada e inyectable no puede percibir, y ese que solo los verdaderos y nobles curiosos escarban por amor, y también ese que los malditos y poderosos temerosos escarban por miedo a perderlo todo. Y es que sucedió a la hora señalada y nadie, a pesar de todo aquel aparato defensivo y de vigilancia, pudo detenerlo o controlarlo.

Son las nueve de la noche y todos están en sus posiciones. Julia, Leroy y el negro Paul vigilan con la mirada frenética y ansiosa desde el techo de una iglesia evangélica ubicada a media cuadra, devorando galletas y dándose tragos largos de bourbon. Y por el otro lado, rondando según las reglas del entrenamiento militar y espía, están rojo, vaquero y calavera, junto a sus subordinados, vigilándolo todo con tecnología de punta. Es una noche calurosa, propia de los nuevos otoños, y la curiosidad y la incertidumbre invaden el lugar como una neblina tan espesa que es capas de agobiar a cualquier ser humano circundante.
- Todavía ningún movimiento - dice uno de los espías a la solapa de su camisa.
- Copio, tampoco – dice otro.
Y en el techo, Leroy se pone las gafas de visión nocturna y abre una cerveza. – No pasa nada eeeh – dice como en secreto y luego da un trago.
- Dale Leroy, ¿vos le calculaste bien? A mi me transpira todo, no puedo creer que nos tengas debajo de estas mantas de aluminio con este calor, abrí una Paul! -
- Shhh, hablen bajo, ya les dije, esto es grande, por ahí ya hay poderosos en el asunto, ¿Y si algún satélite nos capta?, no podemos arriesgarnos - .

Desde diferentes sectores, los cabecillas se comunican, es un despliegue de dieciocho espías, manejados por los tres más calificados para el trabajo.

- Rojo ¿me copia? –
- Lo copio Calavera, ¿todo en orden? –
- Todo en orden, nada en el lado sur, ¿algún movimiento?
- Los instrumentos funcionan a la perfección, las cámaras no muestran movimiento alguno.
- Bien. Vaquero ¿me copia?, ¿algún movimiento?
- El sector norte está limpio, nada a la distancia aún

Y ya pasaron más de cuatro horas, y la incertidumbre pone el aire cada vez más denso. El tiempo pasa, y tanto Rojo como Leroy empiezan a buscar respuestas en su mente. Y es que los cálculos podrían estar equivocados y todo esto podría ser una pérdida de tiempo. Y ahí está Leroy, bajo la manta de aluminio saca su hoja de cálculos y empieza; Revisa los asesinatos, mira las fechas y suma una vez más. – ¿Es posible que me haya olvidado de alguno? Si tengo todo en orden tiene que ser hoy, todo esto no puede ser casualidad, las fechas van cada tres meses, y siempre suman entre ellas el mismo número, siete mas, cuatro mas, ocho mas…. – Y las cuentas siguen. Siempre el número perteneciente al día de la fecha debe ser sumado cada vez que sucede un asesinato, este proceso debe repetirse cada tres meses, la suma siempre debe dar 21 o 22 en total. No hace mucho que Leroy y Rojo descubrieron esto por sus lados y esta es la primera oportunidad que ambos, por separado, tienen para comprobarlo. Leroy por su parte cree que estos números no son casuales, él estudió durante años la Kábala o ciencia de los números, ideada por Pitágoras, y hay una corriente que indica al 21 como la “desmoralización total para el mal” y al 22 como “el poder, la fuerza, la verdad y la victoria”, mensajes claros y consecuentes con los que los escritos de Jesús y el rey indican.

Leroy levanta las gafas de visión nocturna para secarse los ojos de transpiración y de pronto los lentes de las gafas y de los binoculares estallan imprevistamente, un escalofrío recorre a Julia, que siempre fue perceptiva con los sonidos, y el piso empieza a vibrar. Dos ases de luz quiebran el portón enorme del edificio y desaparecen a toda velocidad mientras que el temblor del suelo se vuelve cada vez mas leve. Paul, alterado, intenta levantarse y se tropieza quedando boca arriba y mirando el cielo. Algo raro recorre el espacio, cuando Paul pestañea ve la cruz. – Larguémonos de este lugar grita en silencio mientras zamarrea a Leroy con sus dos brazos tendidos hacia atrás.

- Me copia Vaquero, acá Calavera, Me copia! -
Y Vaquero todavía no reacciona, sentado dentro de una de las camionetas, mirando dieciséis pantallas muertas, aun no puede creer como en un instante todas las señales hayan desaparecido. – Copio si, ¿que pasó? –
- No sabemos, hay varios agentes heridos, los binoculares les estallaron en la cara, la retirada debe ser inmediata, próxima reunión en el cuartel Nro siete, cambio y fuera - .

Pero el horror mas grande está adentro. Al lado de una limusina puede verse un hombre en llamas, atado de manos y piernas y gritando de dolor. Cerca de él pueden verse tres hombres más, colgados de la misma soga, muertos por asfixia y con las extremidades mutiladas.
Todos parecen haberse retirado menos Calavera, él observa el horror desde el portón roto y empieza a caminar hacia adentro mirando cuidadosamente para todos lados. – ¿Dónde está?, ¿Dónde está? – se pregunta mientras mira al suelo y a las paredes. Y a su derecha ve una cinta súper ocho tirada, duda por unos segundos, y al escuchar sirenas a lo lejos, la toma y corre hacia su auto. Acelera y puede ver como delante de él acelera también un auto que le resulta familiar. – El Cadillac negro – se dice a si mismo. – Estos tipos están bien sobre la pista también -


Un crimen muy duro, un golpe a gente importante con verdadero peso en la ciudad. Y un nuevo tramo que se empieza a formar. Calavera se mete en un bar y pide un whisky, no quiere dormir, solo quiere esperar a que la mañana se adentre para conseguir un reproductor por su cuenta y ver de que se trata.