martes, 25 de octubre de 2011

El exterminador de rostros

Hicieron explotar las bombas plásticas, ellos solo sabían hablar de asesinato. El estallido ensordecedor calló a las víctimas en una secuencia casi poética desde los cielos. Luego vinieron los bombarderos no tripulados y de última tecnología, descargando un promedio de mil doscientas bombas por segundo, mientras superaban la velocidad del sonido.
Ellos solo hablaban de asesinato, desde hacía un par de décadas y hasta hoy que la humanidad se desmantela en pedazos que vuelan, segundo a segundo.
Ellos dos están sentados, observando desde las pantallas, mientras el efecto dominó destruye cada rostro, cada inquietud, cada duda, cada conflicto que alguna vez pudo haberlos atormentado, para siempre.
Es su hermosa primavera muerta, donde los hongos de destrucción florecen desde los cielos, acabando con el ciclo maligno, destruyendo cada centímetro, cada milímetro de duda tormentosa por siempre.
Los océanos hierven ante las intermitentes explosiones nucleares, que comienzan desde lo profundo y hacen temblar el mundo entero, mientras las costas se hunden violentamente, bajo las olas monstruosas radioactivas que deshacen los cuerpos humanos en su masacre.
Y el eco de la palabra, se asoma en canto, en este bunker subterráneo, donde el exterminio es un show de desenfreno, placer y respiro. Donde mueve sus manos como un gran director, ante la impactante orquesta de muerte y destrucción:
“Alguna vez/la duda nos volvió locos/ Alguna vez, nuestras gargantas lloraron angustia/ Y si siempre pensé que esos días jamás acabarían/Es hoy el gran día en el que nos alegra estar equivocados.
Alguna vez vimos tu rostro/vos sabrás que hablamos de vos, y de muchos, muchos más/ alguna vez nos ensombreció la duda/ Tantas veces y ya no más/ Pues los pulmones del exterminio asfixian con sus aires, todo aquello que sabe herir, que sabe molestar
Y es que debajo de los mil colores de fuego, puedo ver sus rostros, arder hasta por siempre, desaparecer/
Brindo por el fin del dolor, brindo por el fin de las sombras bajo el sol/Brindo por el fin/Y brindo por el fin”

La orquesta de explosiones terminó y debajo de sus ojeras, tirado detrás de las pantallas, en un sillón, él cierra los ojos, y con una sonrisa como gancho, finalmente da descanso a su por siempre latente obsesión.