domingo, 29 de mayo de 2011

Se Cayó

Buscó no caer, sostenido de un hilo fino de metal, su mano siente el dolor cortante mientras que debajo de él el pozo oscuro suena a bestias pegajosas y enfurecidas. Muerto de cansancio, en un plano mental extenuante donde la angustia es aun más fuerte que la desesperación de caer. La prisión indefinida de una mente estúpida por el sueño, la decepción imparable tatuada deprime sin problemas cualquier posible deseo de placer. Cuando el castigo no es un placebo ya, los culpables desaparecen evaporándose en un hueco de calor infernal. Cuando el esqueleto estructural sufre daños, las grietas contaminadas de maldad ajena van penetrando los cauces neuronales, inundándolos con la intención de ahogarlos. Los cielos de hormigón, los suelos aceitados y mugrientos, los insectos enormes y pequeños, volando y trepando todo a su alrededor, zumbando sin parar. Las paredes se resquebrajan en el ocaso silencioso de los días, cuando todos los bichos se quedan escalofriantemente quietos, cubriendo los árboles, los edificios y los suelos.
Su mano sigue sosteniéndose, a pesar de que ya cayó. Registro de soledad y Apocalipsis, de contaminación y decadencia. De viaje accidentado, de prisión desequilibrada.